Gimena del Río

 

La memoria siempre ha sido una actividad social

 

Es Investigadora Adjunta del Instituto de Investigaciones Bibliográficas y Crítica Textual del CONICET, Argentina. Doctora en Filología Románica y Magister en Estudios Literarios (Universidad Complutense de Madrid), Experta en Investigación y Recuperación del Patrimonio Literario (Universidad Autónoma de Madrid). Dirige el Laboratorio de Humanidades Digitales en el CAICYT (CONICET). Es directora de la Revista de Humanidades Digitales, miembro del comité científico de Digital Studies/Le champ numerique, de los blogs de investigación Hypothèses, vicepresidenta de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales y miembro director del consorcio internacional Force 11. Co-dirige el Máster de Humanidades Digitales de la UNED.

 

¿De qué forma las tecnologías digitales e Internet afectan la forma en que registramos la memoria, tanto individual como colectiva?

La web se ha convertido en un repositorio accesible y, a menudo, demasiado público. Es un lugar para almacenar y conservar recuerdos -textuales, visuales, sonoros, híbridos-, recordar individual y colectivamente, y encontrar también los recuerdos de otras personas. Creo que hay algunas cuestiones que (re)definen lo que entendemos por memoria, hoy mediada por lo digital. En primer lugar, que los recuerdos son cada vez más públicos, incluso diría sociales. En segundo lugar, que permiten una reconstrucción continua, activa y hasta colectiva, como ocurre con los comentarios en las redes sociales. En tercer lugar, que más y más cosas efímeras pueden mantenerse en línea aún sin nuestro consentimiento. Y en último lugar, la capacidad de inventar, y acercarnos -una vez más con y sin nuestro consentimiento- nuevos recuerdos, por ejemplo, cuando Facebook nos impone recuerdos de amistad, del año, cumpleaños, etc.

Así y todo, no debemos olvidar que la construcción colectiva de la memoria no es algo que solo tenga que ver con lo digital. La memoria siempre ha sido una actividad social. Pensemos en los días festivos, que conmemoran a héroes, el mismo santoral. Y desde la materialidad del recuerdo, las estatuas, las placas, las tumbas.

 

En este contexto, ¿cómo pensamos la participación de los “interactuantes”? ¿De qué forma la construcción que ellos hacen, de una memoria o de un relato, es o no es diferente en la era digital? ¿Qué rol juegan los medios en esta construcción?

Esta construcción colectiva y casi constante del recuerdo que permite lo digital modifica la noción de intimidad de los recuerdos y de personalización de lo que se recuerda. La memoria es ahora un terreno movedizo que da un rol mucho más importante y mucho más activo a los “participantes” en un recuerdo personal.

Con respecto a los medios me gustaría dar una opinión más general pero que debe pensarse con relación a lo digital. La memoria se ha almacenado casi siempre en una zona “interna” e íntima, pero también fuera de nuestros propios cuerpos: diarios personales, tarjetas, cartas, cajones de sastre. La memoria pública de los pueblos se almacenaba en archivos y carpetas. Hoy ambas están unidas por las bases de datos, la nube y las pantallas.

 

 ¿Podríamos hablar de una forma de memoria colectiva “múltiple” o “extendida”, es decir, una memoria en la cual los discursos centrales que guían la construcción de una memoria son desestabilizados por la aparición de variadas voces, incluyendo algunas que antes eran subordinadas?

Yo aún creo en las palabras de Castells: “The Internet is a communication medium that allows for the first time, the communication of many to many, in chosen time, on a global scale”[1]. La descentralización es el gran poder de lo digital, aunque todavía es un objetivo lejano. Google ya controla casi el 40 por ciento del mercado de la publicidad en los Estados Unidos…

Existe una enorme capacidad de las tecnologías para potenciar la “memoria mediada” y su conservación. La capacidad para crear proyectos de investigación que hagan de la memoria un espacio de reflexión y construcción de pensamiento crítico. Por ejemplo, el proyecto “Voices of the Holocaust” es una buena muestra de esta potencialidad de lo digital con respecto a la construcción y conservación de la memoria y las distintas posibilidades de acercamiento y recepción en el mundo.

 

Pasando a otro tema, frente a la gran cantidad de información, obras, discursos, circulando en las redes de internet, ¿cómo es afectada la noción de archivo?

Es interesante pensar en las clasificaciones de objetos que permiten archivarse hoy en día. Pensemos en las “folksonomías” que surgen de las clasificaciones en blogs o webs, que personalizan esos espacios y a la vez, volviendo al tema de la memoria, nos lleva otra vez a esa zona colectiva que nos acerca a intersecciones y zonas compartidas.

 

¿Crees que Internet es un archivo?

No, creo que tiene pocas capacidades para ser un archivo, si por ello entendemos un espacio donde se ordena y preserva. La web es un espacio móvil, es difícil que el recuerdo se asiente allí. Lo que sí puede verse, consultarse, utilizarse son diferentes “espacios web”, al estilo repositorio, bases de datos, garantías de preservación de determinado material. Esto, por ejemplo, para el trabajo científico, es fundamental.

 

¿Qué opinas respecto a que actualmente se hace más patente la idea de una memoria en estado “beta” o en permanente actualización?

Es una de las ventajas y desventajas de la mayor parte de las cosas que vemos en la web, la actualización permanente. Y, por ende, la necesidad de archivar y no perder las fases anteriores. Como adelantaba en la pregunta anterior, desde el ámbito de la investigación científica, ésta es una de las aristas que se viene atacando hace tiempo. Los repositorios institucionales académicos, los repositorios de datos, si bien permiten la acumulación de versiones, además de preservarlas, las ordenan y hasta las conectan con otras versiones ajenas con las que pueda tener un denominador común.

 

Moviéndonos al plano de la autoría, ¿cómo cambia el derecho de autor en el plano digital y cómo crees que esto afecta la noción de archivo?

Como sostiene Klinenberg, el impacto de las tecnologías digitales puede medirse tanto desde aspectos prácticos como teóricos, tanto en lo que hace a los modos de producción y circulación como en lo que afectan a la colaboración y la autoría. El derecho de autor en el medio digital merece aún mucha reflexión. El problema no es la autoría colectiva que hoy vemos en internet, ésta siempre existió. El problema es cómo reglamentamos estas autorías en un medio que se actualiza permanentemente y que, cuando busca modos de institucionalización y permanencia -repositorios, revistas académicas-, apela a viejos modelos analógicos en vez de crear los propios y dotarlos de normas.

 

Frente a la inmensa creación de contenidos digitales ¿cuáles son los desafíos para la preservación en la era digital?

Distinguir lo que necesita ser preservado y lo que no, crear clasificaciones que funcionen, dar un orden al caos aparente que pueden tener los contenidos en la web. La construcción de repositorios y la confección de vocabularios controlados son uno de los primeros pasos para ordenar, almacenar, preservar y entender. Otros de los desafíos incluyen la correcta gestión de la web desde su gobernanza, algo que creo no se está encarando con garantías de neutralidad y equidad, y con esto relaciono lo que se busca, lo que se encuentra y lo que se preserva. Es un proceso único que une lo que se añade en el mundo web a lo que se preserva y que, por eso, debe atender a cuestiones de gran emergencia, desde la discriminación lingüística de los motores de búsqueda a qué es lo que debe y cómo se debe preservar.

 

Lo efímero es una característica de los contenidos digitales, ¿de qué forma podemos evitar su desaparición y/u obsolescencia?

Haciendo de la web un archivo democrático, igualitario, ordenado. Desde mi lugar de investigadora del área de Humanidades, creo que el rol que cumplimos los que estamos en ese ámbito es el de encontrar mejores formas de mostrar nuestro trabajo ordenadamente, por ejemplo, a través de sitios académicos y usando herramientas como vocabularios controlados; también depositando nuestro trabajo y nuestros datos en repositorios con los metadatos correctos. También trasladar estos procedimientos que se están dando en el ámbito académico a la web en general. En ese sentido, las tecnologías semánticas tienen mucho que aportar.

 

 

[1] “El Internet es un medio de comunicación que permite, por primera vez, la comunicación de muchos con muchos, en un momento determinado y en una escala global”.